¡Hola a todos!
A pesar de los días que llevamos de confinamiento en casa por el estado de alarma decretado a raíz de la aparición del COVID-19 en nuestro país, todavía hay mañanas que, al levantarme, siento como si todo fuera un sueño o rescoldos de la película que vi la noche anterior… Pero nada más lejos de la realidad…. Una vez que piso el baño para asearme como cada mañana es cuando realizo que un día más no voy a poder realizar mi rutina porque no puedo salir de casa. Aprovecho para mandaros a TODOS mucho ánimo y el sentimiento de que de esta situación saldremos.
Pues bien, un par de días antes de decretarse el estado de alarma y preparándome para la situación de la mejor forma que creo, acudí al supermercado para hacerme con una pequeña “provisión” de alimentos (y, creedme, lo único que no compré fue un arsenal de papel de WC). Desde el principio hemos sabido por los medios de comunicación que no íbamos a tener problemas de falta de abastecimiento, de hecho, los supermercados son de los pocos comercios que permanecen abiertos estos días, pero por otro lado pienso que tampoco tiene mucho sentido bajar a diario al supermercado a comprar alimentos (con la parte de riesgo de contagio que ello conlleva) si realmente el requisito fundamental es el de quedarnos en casa.
Entonces decidí marcarme un plazo de tiempo en el que podría aguantar con una reserva de alimentos hasta mi próxima visita al supermercado (que calculo no será hasta pasados 7 días al menos).
El problema está en que, ante una situación de alarma sanitaria nunca antes vivida y un piso pequeño en el que no tienes prácticamente espacio para almacenar una despensa en condiciones, ¿cómo podría organizar la compra de manera lo más óptima posible?
Esta es la razón por la que quiero compartir con todos vosotros este post, para explicaros los criterios que, a mi juicio, deben primar a la hora de llenar el carro de la compra estos días, teniendo en cuenta que la mayor barrera individual que puede existir para frenar el desarrollo del virus en nuestro organismo es manteniendo nuestro sistema inmunitario lo más fuerte posible (de la barrera colectiva ya nos estamos encargando todos los ciudadanos a través del confinamiento en casa).
¿Y cómo puedo llenar mi cuerpo de defensas? Fundamentalmente con nutrientes antioxidantes y ricos en:
ZINC (mineral esencial con propiedades antivíricas, cuyo aporte suficiente puede reducir el riesgo de neumonía y sus complicaciones).
Ejemplos de alimentos que lo contienen: pipas de calabaza, semillas de sésamo, lentejas, garbanzos, anacardos, hígado, almejas, carne magra de vaca, pollo, pavo, queso, copos de avena, etc.;
VITAMINA E (mejora la actividad de las células inmunitarias tipo T).
Ejemplos de alimentos que la contienen: frutos secos enteros (la almendra la que más), aceites vegetales (girasol, soja, oliva,…), mantequilla de cacahuetes, piñones, pistachos, pescado (sobre todo los más grasos), aguacates, brócoli, espinacas, etc.;
VITAMINA C (la vitamina antioxidante por excelencia y la que estimula proteínas que sirven al sistema inmunitario para luchar contra los virus).
Ejemplos de alimentos que la contienen: naranjas, kiwis, guayabas, papayas, chiles o guindillas, pimientos rojos, fresas, perejil fresco y otras hierbas aromáticas, coles de Bruselas, berros, mostaza, etc.;
VITAMINA D (esta vitamina actúa como un protector específico frente a las infecciones que afectan al sistema respiratorio, siendo su principal fuente el sol).
Lo primero que he tenido en cuenta a la hora de planear mi “DESPENSA EN DÍAS DE COVID-19” ha sido poder contar, en su mayoría, con alimentos no perecederos, es decir, aquellos que se conservan cerrados en tarros o latas semanas e incluso meses.
Y, dentro de este grupo, los que sean más saludables para nuestro organismo y los más completos en cuanto a nutrientes y vitaminas. Ejemplos son latas de legumbres, tales como garbanzos cocidos, lentejas, habas, guisantes, etc.
También las verduras en conserva, como los tarros o latas de champiñones, alcachofas, espárragos blancos, tomates triturados (ojo con las latas de tomate frito por su alto contenido en azúcares), etc. En paralelo y por mi parte, he congelado recién comprados un brócoli, una coliflor, cebollas, pimientos (verdes y rojos) y perejil fresco, todos ellos troceados previamente.
En cuanto a los cereales, me he hecho con una reserva de harinas (de trigo integral, de avena, de espelta, de centeno, de arroz, de almendras, de trigo sarraceno,…) porque con ellas siempre podremos hacer recetas caseras, rápidas y nutritivas en cualquier momento (como panes, bizcochos, galletas, tortas, etc.). También me gusta tener un tarro de pan rallado (por si caen unas hamburguesas o algún rebozado).
El arroz no puede faltar tampoco en la despensa (en mi caso me decanto por el integral y por el aromático basmati), la pasta (de trigo, pero existen otras alternativas, como la pasta de mijo o la de espelta) y la quinoa (que la suelo emplear como sustituta de los granos de sémola de trigo o cuscús).
Ah! Y otro hallazgo interesante…. comprar tortitas de maíz o trigo (al más puro estilo mexicano) y pan de pita (el que consumen los griegos) y congelarlas… Nos van a durar y nos pueden ayudar a elaborar ricas recetas con no muchas calorías 😉 También se conservan cerradas algunas semanas en nuestra despensa a temperatura ambiente… Pero una vez abierto el paquete habrá que gastarlo en los próximos días o congelarlo.
Si nos vamos a lo dulce (porque también son importantes y porque habrá momentos y días que el cuerpo nos lo pida) mis básicos son la miel, el azúcar moreno panela y los dátiles (estos últimos son una fuente importante de energía y de nutrientes y se conservan bien en un recipiente cerrado). Y, una de mis golosinas preferidas, el chocolate, también protagonista en mi cocina, pero tiene que ser negro y puro como mínimo del 80%.
Los frutos secos deben de tener su hueco en nuestra despensa (como las nueces, almendras o piñones) y si nos vamos a la carne, la importancia se la doy a los pescados en conserva (atún, caballa, melva, sardinas, etc), que aguantan meses en el armario y, como capricho, cajitas de jamón serrano en taquitos para hacer ricos revueltos. Aparte de ello, todo lo que podamos congelar y que nos quepa bienvenido sea: pollo, pavo, carne picada de cerdo o ternera, filetes de merluza, bacalao, gambas, rosada, etc.
Fruta por supuesto que tampoco puede faltar pero, sin duda, es lo más difícil de conservar y es lo que antes madura. Es por ello que me ciño a las más comunes y a las que más tiempo nos puede aguantar: naranjas o mandarinas, kiwis, fresas (ya que estamos de temporada), manzanas y plátanos.
Y, por último, tener una buena reserva de café (para los cafeteros) y de infusiones, tales como manzanilla, tés, rooibos, etc. Este apartado es importante porque he leído noticias donde aconsejan tomar infusiones y caldos calientes varias veces al día. ¡¡¡¡¡¡¡AAAAHHHH, y que nunca falten huevos en la neveraaaaa!!!!!
Todo ello en cuanto a alimentos que podemos comprar con la garantía de que nos van a durar mucho tiempo sin tener la necesidad de ir al supermercado prácticamente a diario.
La idea es que luego, en nuestro día a día de confinamiento, podamos realizar recetas sencillas, sabrosas, a veces algo austeras pero, sobre todo, muy nutritivas y saludables que nos puedan aportar el máximo de nutrientes posibles para mantener nuestro sistema inmunológico fuerte y resistente.
Ahora bien…. ¿os apetece que os dé algunas ideas de recetas que podemos elaborar con estos alimentos de “tiempos de crisis”? :
- Hamburguesas…. Sí sí, y me vale cualquier tipo de hamburguesa: de carne, de pescado, vegetarianas,…. Es la mejor fórmula para poder introducir alimentos ricos en los nutrientes antes indicados, que queden bien repartidos y permitiendo crear un bocado explosivo y sabroso. ¿Os animáis a preparar hamburguesa con semillas de sésamo, alguna guindilla, salsa de soja,…., o con cebollita picada y perejil fresco por ejemplo? Os presento dos de mis elaboraciones: una vegetariana (de garbanzos y espinacas al más puro estilo «falafel») y otra de salmón con un toque oriental (a la que no le puede faltar un poco de jengibre fresco rallado).
- Pizzas… Pero utilizando como base tortitas de trigo o maíz mejor que masa de pizza, porque como nuestra actividad física la vamos a limitar durante unas cuantas semanas es la mejor manera de darse el capricho manteniendo las calorías a raja tabla. Luego, el relleno lo dejo a la imaginación de cada uno de vosotros (en mi caso opto por rellenarlas con verduras como alcachofas o champiñones en conserva, cebolla, huevo, jamón cocido y, por supuesto, queso rallado). Como consejo os diría que hagáis la salsa tomate casera, que es muy fácil, sólo hay que rallar un tomate por tortita y cocinarlo unos minutos en una sartén con un poco de aceite de oliva virgen extra (en adelante AOVE) y un ajo picado.
- El pan… Fundamental en los desayunos de muchas familias. Si tenéis un congelador con mucho espacio podéis comprar una cantidad considerable y congelarlo (se mantiene en el congelador sin problema). En mi caso no puedo almacenar tanto pan en el congelador como para que me aguante 7-8 días hasta mi próxima compra, por lo que siempre tengo la opción de hacer pan casero (con harina de trigo integral) y al que le añado semillas variadas (de lino, de calabaza, de girasol,…) y trozos de nueces. Simplemente… ¡de rechupete!
- Legumbres… Aquí las opciones son múltiples: hummus casero, lentejas, tortilla de habas, guisos con garbanzos,… Os dejo un ejemplo de unas habitas con tacos de jamón serrano…. y mi truco: cuando pongamos el AOVE con el ajo, añadir una guindilla troceada, causará una explosión de sabor en vuestros paladares.
- Y, como he dicho anteriormente, para cuando el cuerpo nos pida dulce…. Nada de alimentos procesados estos días, ¿eh? Para desayunar y/o merendar nada mejor que recetas caseras y muy muy fáciles para elaborar bizcochos, galletas en incluso granola en forma de galletas, a base de copos de avena, almendra molida, AOVE, dátiles, trozos de chocolate, plátano como edulcorante si tenemos alguno más maduro de la cuenta, etc.
- Para la cena no hay nada mejor que una buena ensalada acompañada de alguna proteína, pero también es el momento ideal para prepararnos alguna tortilla o una buena taza de caldo de puchero casero, que podemos hacerlo de forma exprés cociendo en agua un par de zanahorias, un par de patatas, un puerro y un hueso añejo (que podemos conservar en el congelador también sin problema).
Algunas recetas que acabo de mencionar en este post las iré publicando en el blog porque están realmente ricas y son muy saludables y me gustaría poder compartirlas con todos vosotros. Espero no haberme dejado nada en el tintero pero… si en estos días me voy acordando de algo nuevo, lo incluiré en estas líneas 😉 De nuevo desearos todo el ánimo del mundo y paciencia… el sol volverá a brillar en el cielo y nosotros volveremos a disfrutarlo como se merece (si no… veremos a ver cómo reponemos la vitamida D… 😉 ).