¡Hola a tod@s!
Hace unos días mis compañeros del trabajo me pidieron que les preparase un brownie (ya que en una conversación que mantuvimos una mañana sobre comida dije muy segura de mí misma que recetas dulces como el brownie se me daban bastante bien y… claro… era de esperar que me quisieran poner a prueba…). El reto se hizo aún más interesante cuando uno de ellos me dijo que no le gustaba el brownie y que iba a ser difícil conseguir que lo probara… así que me lo propuse y…. al final del post os comento el resultado….
El brownie es el postre AMERICANO por excelencia, remontándose sus orígenes a principios del siglo XX como consecuencia de un error de un pastelero al que se le olvidó añadir la levadura a un bizcocho de chocolate que estaba cocinando. Pues, fruto de ese error, nace el “marroncito” (significado de brownie en español) que, a día de hoy, es uno de los dulces más famosos y cocinados del mundo.
Es difícil que una receta con pocos ingredientes y normalmente siempre los mismos como esta pueda admitir una variedad tan grande de sabores. He probado muchos brownies a lo largo de mi vida (cocinados por mí o en restaurantes) con recetas muy variadas pero con básicamente los mismos ingredientes y os puedo decir que nunca he probado dos brownies iguales (unos más dulces, otros más amargos, muchos de ellos muy secos y duros).
Y, a pesar de ser un postre chocolatero, no es fácil dar con uno perfecto en cuanto a dulzor y punto de cocción.
Pues bien, creo que con esta receta he encontrado, para mí, el brownie ideal, por el equilibrio que se consigue en su sabor y su textura (el dulzor en su justa medida, el toque salado, el crujiente de las nueces y la ternura del chocolate negro fundido).
Ahora, si lo que queremos es reducir el dulzor y que su sabor sea un poco más amargo, pues solo hay que suprimir el azúcar glas de la receta y emplear una tableta de chocolate negro con un 80-85% de cacao (mejor que la tableta de chocolate con un 70% de cacao). A mí me gusta más de esta última forma pero, si lo que queremos es cocinarlo para un grupo de personas, os recomiendo la receta más dulce (porque gustará más a un mayor número).
Las nueces pecanas, el azúcar moreno «panela», así como el harina de trigo integral, los compro a granel en tiendas especializadas. En mi caso tengo localizadas dos tiendas que son las que más frecuento: «El Hombre del Saco» y «el Reloj». Tienen de todo tipo de harinas, legumbres, frutas desecadas, frutos secos, alimentos sin gluten, tés, infusiones, productos orientales,…, y lo mejor es que lo sirven al peso, así compras la cantidad justa que necesitas y te aseguras que el producto sea fresco.
Y, para todo lo relacionado con utensilios de cocina (como el molde que he empleado para esta receta), las tiendas de «Chef TV» de menaje de cocina son ideales porque encuentras todo tipo de material que puedas necesitar para elaborar tus recetas.
Hablando de moldes para hornear… el brownie es agradecido en cuanto que admite varias formas de presentación: como bizcocho, como magdalenas,…, yo he optado por cocinarlo como magdalenas para esta receta a las que les he añadido unos arándanos congelados antes de meterlas en el horno (también pueden ser frescos, pero se queman más pronto).
Importante: el truco para conseguir un brownie perfecto está en el punto de cocción: debe de quedar una capa superior crujiente pero luego el bizcocho debe de quedar blando y brillante (y si le añadimos los trozos del chocolate negro, éstos deben quedar blandos y derretidos como si nos encontrásemos casi una ganache dentro del bizcocho).
En el apartado relativo al horneado, tengo que señalar que cada horno cuece con una potencia diferente. Por ello yo os recomiendo introducir el molde en la parte baja del horno los primeros 15 minutos. Luego los otros 15 minutos en la parte superior pero siempre observando la cocción durante ese tiempo para apagar el horno cuando creamos que esté cocido (pinchar el bizcocho con la punta de un cuchillo o un palillo de dientes y comprobar que sale seco y limpio). Yo prefiero apagar el horno a los 30 minutos y dejarlo cocer un poco más con el calor que vaya quedando. Es muy importante que en esta etapa el brownie no quede seco.
Una vez listo tenemos que dejarlo enfriar antes de retirarlo del molde. Y… a partir de aquí… doy libertad a la imaginación para que cada un@ lo acompañe como le guste: con nata, con una bola de helado de vainilla, con fudge de chocolate caliente, con caramelo,….
Y…. retomando el comienzo del post…. llevé el brownie al trabajo y, no sólo fue un éxito entre todos los compañeros que lo probaron, sino que el compañero al que no le gustaba el brownie terminó comiéndose dos trozos… así que… ¡RETO SUPERADO!